The Legacy of a Witness (en español) | Facing History & Ourselves
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The Legacy of a Witness (en español)

Learn about Armin Wegner's efforts to raise consciousness about the Armenian massacres. This resource is in Spanish.
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This resource is intended for educators in the United States who are applying Spanish-language resources in the classroom.

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Spanish
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Asunto

  • History
  • Social Studies
  • Genocide

El legado de un testigo

Armin Wegner presenció personalmente la brutalidad del Genocidio armenio, y eso lo cambió para siempre. Luego de enterarse de esta atrocidad, se arriesgó a documentar la destrucción de la población armenia del Imperio otomano.

Wagner nació en Wuppertal, Alemania, en 1886 y murió en Roma, Italia, en 1978. Como joven integrante del ejército alemán fue testigo del Genocidio armenio y tomó fotografías gráficas de lo que vio. A lo largo de su vida, dedicó sus esfuerzos como escritor, fotógrafo y poeta a los derechos humanos.

Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, Wegner se alistó en el ejército como enfermero voluntario en Polonia. Cuando Turquía se unió en alianza con Alemania, fue enviado al Medio Oriente como miembro del cuerpo sanitario alemán. Wegner pasó su permiso de verano investigando los rumores sobre las masacres armenias. Horrorizado por lo que había presenciado, Wegner fue a trabajar. A las órdenes del Mariscal de Campo alemán von der Goltz, comandante del sexto ejército otomano en Turquía, viajó por Asia Menor fotografiando las deportaciones armenias y los restos de los muertos sin sepultar. Wegner desobedeció deliberadamente las órdenes que pretendían evitar que se difundieran las noticias de las masacres, y se encargó de que las pruebas del genocidio, incluidas fotografías, documentos y notas personales, llegaran a contactos en Alemania y Estados Unidos. Poco tiempo después, se descubrieron las rutas postales de Wegner y el gobierno turco le pidió al ejército alemán que lo arrestara.

Tras ser reasignado a los pabellones del cólera, Wegner enfermó gravemente en el otoño de 1916 y fue enviado de Bagdad a Constantinopla en noviembre de 1916, mientras ocultaba imágenes fotográficas de las atrocidades cometidas en su cinturón. Wegner volvió a Alemania en 1916. A su regreso, siguió creando conciencia sobre las masacres armenias. En 1919, Wegner publicó sus relatos de las atrocidades en The Way of No Return: A Martyrdom in Letters.

Para entonces, el mapa de Europa y Asia era muy diferente del que había antes de la guerra. Los grandes imperios multinacionales se habían desmembrado y en su lugar se crearon nuevos estados nacionales independientes. La República Armenia de la Armenia rusa fue uno de estos nuevos estados.

Me dirijo a usted en el momento en que los gobiernos aliados a usted están llevando a cabo negociaciones de paz en París, las cuales determinarán el destino del mundo en las próximas décadas.

Pero el pueblo armenio es solo uno entre lo demás; y el futuro de estados mayores y más prominentes pende de un hilo. Así pues, hay motivos para temer que la importancia de una nación pequeña y extremadamente debilitada se vea oscurecida por los objetivos influyentes y egoístas de los grandes estados europeos, y que con respecto a Armenia, se repitan el olvido y la negligencia de los que ha sido víctima con frecuencia en el curso de su historia...

En el Tratado de Berlín de julio de 1878, las seis grandes potencias europeas dieron las garantías más solemnes de que velarían por la tranquilidad y la seguridad del pueblo armenio. Pero, ¿se ha cumplido esta promesa? Ni siquiera las masacres de Abdul Hamid consiguieron refrescarles la memoria, y en su ciega codicia persiguieron objetivos egoístas, ninguno de los cuales se presentaba como el paladín de un pueblo oprimido. En el armisticio entre Turquía y sus aliados, que los armenios de todo el mundo esperaban con ansiedad, la situación de Armenia apenas se menciona.

¿Habrá que repetir este juego indigno por segunda vez y desilusionar una vez más a los armenios? El futuro de esta pequeña nación no debe quedar relegado a la oscuridad tras los planes egoístas de los grandes estados. . . .

Sr. Presidente, el orgullo me impide abogar por mi propio pueblo. No me cabe duda de que, desde las profundidades de su dolor, encontrarán la fuerza para cooperar, haciendo sacrificios por la futura redención del mundo.

Pero, en nombre de la Nación armenia, que ha sido absolutamente humillada, me atrevo a intervenir, porque si, después de esta guerra, no se le compensa por sus terribles sufrimientos, estará perdida para siempre. 1

Para el año 1921, la República de Armenia estaba perdida. Cuando las fuerzas kemalistas invadieron la pequeña república, sus líderes recurrieron al nuevo gobierno bolchevique-ruso en busca de protección. Pocos años después, Wegner se estremeció de horror cuando los nazis llegaron al poder en su propio país, trayendo consigo un vil racismo que a Wegner le resultaba familiar. En los meses posteriores a que Hitler se convirtiera en canciller de Alemania, la legislación antijudía arrasó el país. Incapaz de permanecer solo como testigo, Wegner le entregó una carta a Hitler, a través de intermediarios, suplicando el fin de la persecución de los judíos para salvar el alma de Alemania. Aunque los funcionarios nazis arrestaron a Wegner, él no se quedó callado. Continuó hablando para proteger a los judíos del brutal final que sufrieron los armenios a los que había fotografiado. 

En 1966, en el quincuagésimo primer aniversario del Genocidio armenio, Wegner describió la frustración de ser testigo de una atrocidad casi olvidada.

Esto fue lo que le ocurrió al testigo que intentó que se conociera su tragedia y su final. Una vez de vuelta en Occidente, siguió cargando con el peso de su promesa de recordar a los muertos. Pero nadie lo volvió a escuchar.

Han pasado cincuenta años. Las personas o incluso grandes naciones han experimentado grandes sufrimientos. El testigo permanece, lleno de vergüenza y sintiéndose un poco culpable pues ha visto cosas que se pueden ver sin arriesgar la vida. ¿No significa esto acaso que debe morir como quien ha visto el rostro de Dios?

Hay silencio a su alrededor. Por donde sea que vaya, solo se encuentra con puertas cerradas. Ellos piensan o dicen: “¡Tenemos nuestro propio sufrimiento!". “Soportamos las tragedias de nuestro propio pueblo. ¿Por qué debemos atormentarnos con el dolor de otros, y que ya fue olvidado?”.

Quieren vivir sin preocupaciones ni sufrimiento, y vivir la vida sin conocer la violencia y los problemas de la generación anterior. A principios de los años veinte, mientras el testigo de estos horrores anticipaba que podría ocurrir lo mismo en Occidente, e ilustraba lo que había visto con múltiples fotografías y toda la documentación que podía recoger de los campos de exterminio, los que llegaban a saber de estas cosas en Alemania y en los países vecinos eran presa del miedo, pero pensaban: “¡El desierto de Arabia está muy lejos!”. 2

Preguntas de contexto

  1. Wegner se describe a sí mismo como un testigo del Genocidio armenio. ¿Cuáles son las responsabilidades de las personas que han presenciado una injusticia? ¿Cuándo son liberadas de esas responsabilidades?
  2. Las fotografías de Wagner están en el Museo Estadounidense Conmemorativo del Holocausto. Para observar las muestras de la colección, visite
    http://www.armenian-genocide.org/photo-wegner/index.htm. Luego de observar las fotografías discuta su impacto. ¿Cómo le ayudan a entender el genocidio?
  3. Wegner intentó evitar que los judíos tuvieran el mismo final que los armenios. Imagine si el mundo hubiera prestado atención. ¿Qué lecciones se deben aprender de esta historia?
  4. ¿Cómo le describe Wegner al presidente Wilson la responsabilidad del mundo con el pueblo armenio? ¿Qué argumentos expone a favor de la intervención estadounidense? ¿Cuáles de ellos encuentra más convincente? ¿Cuáles son menos eficaces? ¿Qué argumentos cree que podrían convencer el presidente?
  5. Wegner escribe sobre las reacciones que recibe cuando recuerda a las personas el trato que recibieron los armenios en el Imperio otomano. Las personas respondieron: “Tenemos nuestro propio sufrimiento... Soportamos las tragedias de nuestro propio pueblo. ¿Por qué debemos atormentarnos con el dolor de otros, y que ya fue olvidado?”. ¿Cómo respondería usted a estos comentarios?
  • 1Armin Wegner, “An Open Letter to the President of the United States of America Woodrow Wilson,” en Armin T. Wegner and the Armenians in Anatolia, 1915 (Milán, Italia: Guerini E Associati, 1996), pp. 137, 138, 143, 145.
  • 2Ibid., “The Blue Light,” p. 168.

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— Claudia Bautista, Santa Monica, Calif