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Bystanders at Hartheim Castle (en español)

Consider why the residents of Hartheim kept silent about the evidence of mass murder they witnessed in their town throughout World War II. This resource is in Spanish.
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This resource is intended for educators in the United States who are applying Spanish-language resources in the classroom.

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Spanish
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Asunto

  • History
  • The Holocaust

Espectadores del Castillo de Hartheim

Mientras los nazis proclamaban en voz alta las campañas para demonizar y aislar a los judíos y “gitanos” (el nombre que los alemanes les dieron a los dos grupos étnicos conocidos como Sinti y Roma) en los periódicos y revistas, en vallas publicitarias y en la radio, estos intentaban mantener en secreto el programa para asesinar a los “arios” discapacitados tanto física como mentalmente. Aun así, a finales de 1940, la mayoría de los alemanes estaban al tanto de algunos, si no de todos, los aspectos de los asesinatos. 1 Cuando el historiador Gordon J. Horwitz investigaba la historia de Mauthausen, un pequeño pueblo de Austria a 90 millas de Viena, descubrió pruebas de que los residentes de una aldea cercana sabían sobre el programa de “eutanasia” o asesinato por razones médicas que sucedía allí.

Poco después de que Austria se hiciera parte del Tercer Reich en 1938, los alemanes construyeron un campo de trabajo para prisioneros políticos en Mauthausen. A medida que el campo se extendía, los oficiales alemanes se apoderaban de edificios en algunas aldeas cercanas. Uno de esos edificios fue el castillo de Hartheim, que era una institución para niños con deficiencia mental. Al investigar la historia del castillo de Hartheim, Horwitz encontró una carta escrita por un hombre que identificó como “Karl S.”, dicha carta hace referencia a eventos de 1939.

[La] casa de mis padres era una de las pocas casas en Hartheim desde la cual se podían observar distintos sucesos. Después de que el castillo de Hartheim fue desalojado (cerca de 180 a 200 pacientes) en 1939, empezaron a realizar misteriosas remodelaciones que, sin embargo, a los ojos un forastero, difícilmente podía adivinar, puesto que no estaban usando mano de obra [local] para eso, y no era posible acercarse al castillo porque las entradas estaban cerradas herméticamente. Al terminar el trabajo de remodelación, vimos los primeros transportes que llegaron e incluso pudimos reconocer a algunos de los residentes antiguos quienes estaban alegres de regresar a su antiguo hogar.

Karl S. veía llegar los buses desde la ventana del granero de su padre. Recordó que llegaban grupos de dos o tres buses hasta dos veces al día. Poco tiempo después de llegar, “salían enormes columnas de humo negro de una chimenea y se extendía un hedor penetrante. Este hedor era tan repugnante que, a veces, cuando llegábamos a casa de trabajar en los campos, no podíamos pasar un solo bocado”.

Una mujer llamada hermana Felicitas, que antes había trabajado con los niños que mantenían en el castillo, tenía recuerdos similares:

Mi hermano Michael, que en ese momento estaba en casa, corrió hacia mí y en secreto me informó que estaban quemando a los antiguos pacientes del castillo. Los espantosos hechos que las personas de los alrededores tuvieron que experimentar de primera mano, y el terrible hedor de los gases de combustión, los dejaron sin habla. Las personas sufrían tremendamente por el hedor. Mi propio padre quedó inconsciente varias veces, cuando en la noche olvidaba cerrar las ventanas herméticamente. 2

Horwitz anota: “No fue solo el humo y el hedor lo que llamó la atención de los espectadores. A veces, los restos humanos contaminaban los alrededores. En palabras de la hermana Felicitas: ‘cuando había actividad intensa, salía humo día y noche. Mechones de cabello salían por la chimenea y caían a la calle. Los restos óseos se almacenaban en el lado este del castillo; inicialmente los llevaban en camiones grandes al [río] Danubio y, luego, también al Traun’”. 3

Como aumentaban las pruebas de los asesinatos masivos, Christian Wirth, jefe de operaciones, se reunió con los residentes locales. Les dijo que sus hombres estaban quemando zapatos y otras “pertenencias”. Cuando los residentes preguntaron por el fuerte olor, les dijo que se debía a un dispositivo que transformaba el petróleo viejo y derivados del petróleo en un fluido oleoso transparente que era de “gran importancia” para los submarinos alemanes. Wirth terminó la reunión amenazando con enviar a campos de concentración a cualquier persona que difundiera “rumores absurdos de que se estaban quemando personas”. 4 Los habitantes confiaron en su palabra. No rompieron su silencio.

El castillo de Hartheim fue una de las seis edificaciones, la mayoría de las cuales eran hospitales, que los nazis acondicionaron con cámaras de gas y hornos en 1940 y 1941 para asesinar a personas discapacitadas tanto física como mentalmente y quemar sus restos. Entre mayo de 1940 y mayo de 1941, fueron asesinados 18.269 pacientes en Hartheim. 5

Connection Questions

  1. What did people who lived near Hartheim observe? What did they know about what was happening there? Why did they keep silent about what they knew?
  2. Professor Ervin Staub believes that bystanders play a critical role in society:
    Bystanders, people who witness but are not directly affected by the actions of perpetrators, help shape society by their reactions. . . . Bystanders can exert powerful influences. They can define the meaning of events and move others toward empathy or indifference. They can promote values and norms of caring, or by their passivity of participation in the system, they can affirm the perpetrators. 7
    According to Staub, what choices do bystanders have? What choices did people who lived near Hartheim Castle make? What were the consequences?
  3. Who was part of this town’s universe of obligation?
  • 1Carol Poore, Disability in Twentieth-Century German Culture (Ann Arbor: University of Michigan Press, 2007), 87.
  • 2Citado en Horwitz, In the Shadow of Death: Living Outside the Gates of Mauthausen, 60.
  • 3Citado en Horwitz, In the Shadow of Death: Living Outside the Gates of Mauthausen, 60-61.
  • 4Citado en Horwitz, In the Shadow of Death: Living Outside the Gates of Mauthausen, 61-62.
  • 5Robert N. Proctor, “Culling the German Volk”, en How Was It Possible? A Holocaust Reader, ed. Peter Hayes (Lincoln: University of Nebraska Press, 2015), 267.
  • 7Ervin Staub, The Roots of Evil: The Origins of Genocide and Other Group Violence (Cambridge: Cambridge University Press, 1989), 86–87.

How to Cite This Reading

Facing History & Ourselves, "Bystanders at Hartheim Castle (En Español)," last updated August 2, 2016.

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— Claudia Bautista, Santa Monica, Calif